2/1/17

Cuento: Cena Navideña



-         ¿Cuánto más hay que esperar?
-         ¡Lo necesario! No vamos a cenar hasta que tu hermano llegue.
-         No entiendo cuál es tu fascinación por él. Yo soy la menor y nunca has tenido esa consideración conmigo.
-         Las mujeres somos más fuertes. Tu padre, que en paz descanse, no pudo pasar muchas navidades conmigo.
-         “No pudo pasar” es una bonita forma de decirlo. ¿Por qué no solo dices que el muy imbécil pasó cada navidad emborrachándose en el bar sin preocuparse por ninguno de nosotros?
-         ¡No hables así de tu padre!
-         Yo habló de él como quiera; después de todo, tú no fuiste la única víctima de sus ataques de violencia.
-         No deberíamos hablar de eso en estos días festivos.
-         Aun después de tantos años que lleva muerto no has sido capaz de dejar la cobardía. Su muerte fue la única excusa con la que lograste escapar. De estar aquí, aún no serías capaz de enfrentarte a él.
-         ¿Por qué siempre tienes que arruinar la cena?
-         Tú eres quien la arruina obligándonos a esperar a mi hermano.
-         ¡Está bien! Puedes comer si gustas.
-         Eso haré.
-        
-        
-        
-        
-         ¿No crees que se está tardando mucho?
-         ¡Mamá! Tienes que dejar de ser tan nerviosa. No debe tardar en llegar.
-         Tal vez le pasó algo…
-         Nada malo ha pasado con él.
-         Tal vez tomó un par de copas antes de conducir… como papá.
-         Mi hermano es lo opuesto a papá. Deberías estar agradecida; incluso con la influencia de ese idiota, él es un buen hombre.
-         ¡Tienes razón! Estas épocas son de felicidad y pasar tiempo en familia. No debemos manchar la cena con pensamientos tan oscuros.
-         Igual a ti ya se te enfrió.
-         No puedo creer que hayas comido sin él.
-         El postre se veía exquisito.
-         No sé de dónde sacaste ese egoísmo.
-         ¿Papá?
-         No digas cosas tan horribles.
-         Quién sabe; mi hermano salió bien, pero yo puedo ser harina de otro costal.
-         ¡Tú estás bien!
-         Y aun así no me dejaste ir a la universidad porque temías que me descarriara.
-         No gano el suficiente dinero para darle a mis dos hijos la educación que merece.
-         ¿Es esa la excusa que te das todos los días?
-        
-         ¡Oh, no! No llores.
-         Tú sabes que me he esforzado mucho… Hice lo mejor que pude para criarlos.
-         ¡Lo sé! No tienes que llorar más. Lo siento, mamá. No era mi intención ser una maldita.
-         Lenguaje.
-         ¡Lo siento!
-         Sé que no he sido una madre perfecta, pero lo intento, incluso ahora… Siempre quiero que pasemos todos juntos las fiestas.
-         Lo sé, lo siento. Sé que lo intentas y la cena estuvo deliciosa. Perdón por no esperarlo.
-         No te preocupes; siempre puedes repetir.
-         Me alegra escucharte reír. ¡Feliz Navidad, ma!
-         Feliz Navidad.
-        
-        
-         ¿Cuánto crees que se demore en llegar?
-         No lo sé. Tu padre fue a recogerlo hace ya mucho tiempo.
-         Esperemos que no se haya detenido en ningún bar a tomarse unas copas. Siempre hace eso en navidad.
-         ¡No digas eso! Tu padre no es el mejor conductor cuando toma. Podrían sufrir un accidente.
-         A veces desearía que se muriera en un accidente; así no nos golpearía más.
-         ¿Qué acabas de murmurar?
-         No, nada. Solo me preguntaba… ¿cuánto tiempo llevas esperando?
-         Siete años, desde que tu padre murió.
-         ….
-         ….
-         ¿A dónde iba cuando sufrió el accidente?
-         A recogerte a ti y a tu hermano. Ninguno llegó a cenar ese día.
-        
-        
-         Ya veo… Espero que lleguemos pronto. De lo contrario, se va a enfriar aún más la comida.
-         Siempre se enfría.

Fin

Nuevo y genial contenido todos los lunes y los jueves, así que no se olviden de seguir la página oficial de Facebook de Tinta y Torres de Libros. 
  

No hay comentarios: