Cada
día me siento mejor, más fuerte, más grande. Después de pasar mi existencia peleando
por sobrevivir, siendo una entre millones luchando por una pequeña porción de
alimento y un espacio en el que estar, ahora soy más. Finalmente, cuando creí
que nada cambiaría, que mi vida se borraría en cualquier instante, que sería el
peón de una enfermedad, me descubrí a mí misma revitalizada, llena de una vida
que no era para mí. Crezco y me hago poderosa. Cada día que pasa es un nuevo
comienzo, uno cargado de la energía que me permite recorrer y maravillarme con
lo inmenso del mundo, con lo increíble de este lugar. Ahora estoy en una
posición inimaginable, soy un ser que no creí ser, ya no le temo a la
enfermedad, ya no me asusta caer ante una pandemia. Yo soy la sobreviviente, la
guerrera imparable…
Y
entonces llegan los doctores a pinchar este mundo con sus agujas. Ellos lo
llaman medicina, quimioterapia, pero yo lo llamo veneno, un veneno que se
arrastra por todos los rincones de este cuerpo que invado, de este cuerpo que
me pertenece desde el momento en que dejé a mis millones de hermanas atrás, me
rebelé contra el sistema y decidí creer.
¿Es
qué existe algo malo con querer ser más?
Fin
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