Trueque Literario |
Mi cita es a las 11.30
a.m en la Universidad Eafit. Llego puntual y con emoción contenida. Es mi
tercera vez en el trueque literario y mis expectativas son altas.
Entro al evento y veo
poca gente. No me sorprende. Es aún muy temprano. Las cosas se empezarán a
mover un poco más tarde.
Aun así, no puedo evitar
notar grupos de personas que ya han conseguido algunos tesoros. Hay un conjunto
de muchachos que, sentados en unos mullidos sofás, leen las sinopsis de algunos
libros que me gustaría tener en mi poder. Doy un par de vueltas alrededor de
los estantes con la esperanza de conseguir alguna copia, pero mis primeros
intentos son infructuosos.
Sin libros y sin sillas
disponibles – a ese punto mi espalda me estaba matando por todos los libros que
quería cambiar -, sigo dando vueltas y vueltas con la esperanza de que alguien
deje alguna joya literaria. Ya saben lo que dicen: la basura de unos es el
tesoro de otros.
Pero pasa una hora y no
logro mi objetivo; en cambio, dirijo mi ira hacia un par de ancianas que, con
las piernas estiradas en una mesa, acaparan una veintena de libros que al
parecer no se van a llevar. De hecho, las escucho decir: “Deberíamos juntar
otra mesa y así coger más libros”.
En ese momento, como
“buen Millennial”, respiró
profundamente y pienso: “#LlenodeOdio”.
Corre otra hora y me
siento frustrado. En mis manos tengo el pequeño libro de un autor colombiano
que no conocía. Es lo único que me salva de tener las manos vacías. Es mi
primera adquisición y quiero llevármela a casa. Decido registrarlo e irme
almorzar. Con un poco de suerte las viejitas se abran ido y los sofás cómodos
estarán disponibles.
Vuelvo a las 2 p.m y el
panorama ha cambiado radicalmente. Hay mucha más gente, pero no hay señal ni de
las ancianas acaparadoras ni de los lectores de sinopsis. Justo cuando entro,
veo que hay un grupo de adolescentes aglomerados en una de las estanterías.
Comprendo de inmediato la razón: están sacando nuevos libros.
Emocionado me acercó con
la certeza de alguien que espera llevarse sin ningún problema varias obras
literarias. Sin embargo, y a diferencia de los años anteriores, me encuentro
rodeado de una horda enardecida de fanáticos que harán lo que sea para llevarse
consigo las últimas novelas juveniles.
Como aves de rapiña, yo
incluido – sin embargo, puedo decir con honestidad que no empujé ni peleé con
nadie -, seguimos a los encargados de poner los nuevos libros en las
estanterías. En más de una ocasión visualizó una novela que me interesa y que
desaparece de mi vista por las manos pequeñas y ligeras de alguna chica obsesionada
con la saga.
Me preocupa saber que
comparto muchos de mis intereses literarios con aquellos grupos de jóvenes
entusiastas. No voy ni por los nuevos libros de los youtubers ni por la última historia imposible de amor adolescente
– y aquí debo hacer la aclaración de que no es porque desdeñe esa literatura; solo
no hace parte de mis preferencias personales -, pero sí comparto con ellos el
amor por la fantasía y la curiosidad por los últimos libros de misterio.
Al final, con ayuda de
varios golpes de suerte, lo cual incluye ser el primero en ver el libro que
andaba buscando por años – los presentes pueden dar fe de que al tenerlo en mis
manos grité “¡Sí!” varias veces y me reí como un villano -, y el apoyo de amigos,
termino el trueque con varios libros en mi poder entre los cuales puedo
mencionar “Matar a un Ruiseñor” y la saga completa de Dolores Redondo.
Satisfecho regreso a
casa mientras recuerdo a la gente que empujaba, a la chica que paró a un
organizador y le gritó a todo pulmón: “¡Entrégueme ese libro!”, a las viejas
acaparadoras y a la cantidad de emociones que puede despertar un simple trueque
literario.
Y es que el fanatismo es
una cuestión seria en todos los ámbitos de la vida. Yo estoy feliz con mis
nuevas adquisiciones, pero ¿quién podría creer que un intercambio inocente de
libros puede ser tan peligroso como el último pogo de un concierto de Ska?
Si les gustó este intento de crónica, dejenmelo saber en los comentarios. Todos sus opiniones son bienvenidas. No se olviden de seguirme en mi página oficial de Facebook de Tinta y Torres de Libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario