Libros y Youtube |
Después del incidente
que ocurrió durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), en el
que un youtuber logró colapsar
Corferias con la sesión de firmas de su libro, las columnas de opinión comenzaron
a publicar artículos ya fuera para alabar el trabajo literario de dicho
personaje o, en el caso contrario, para hablar pestes de una “sociedad que
sucumbe en la ignorancia”.
Particularmente, estoy
hablando de un portal, el cual no voy a nombrar porque no quiero darle
publicidad gratuita, que no midió sus palabras a la hora de permitir la
publicación de columnas explosivas desde el punto de vista del histriónico aficionado
y del “intelectual” ofendido.
Libros de Youtubers famosos |
No quiero sentarme a
discutir si el libro de aquel youtuber
puede ser considerado literatura o no – suficientes sentimientos encontrados
tengo al respecto -, sino criticar el extremismo.
Uso este incidente para
ventilar uno de los mayores problemas de la sociedad: la incapacidad que tienen
las personas para ver los diferentes matices de la vida. Debo admitir que en
más de una ocasión he pecado de extremista, y siempre acabó molesto con los
demás y conmigo mismo; en conclusión, nadie termina contento. Es claro que los
seres humanos estamos programados para querer siempre tener la razón, pero, y
de la misma forma con la que hemos superado ciertos instintos animales, es
necesario controlar la necesidad de imponer nuestro punto de vista.
Me enojó la discusión
que giró en torno al incidente de la FILBo porque, en los primeros días, no vi
ningún debate sensato. Por un lado estaba la fan enloquecida que gritaba a los
cuatro vientos que “su youtuber” era
el mejor escritor del mundo y que era más divertido que aquel escritor que
“convirtió a un hombre en cucaracha”; y por el otro, estaba el intelectual
insufrible que empezó a citar a Nietzsche – porque siempre hay que citarlo por
alguna razón – y construyó una extraña analogía entre los libros y el sistema
digestivo usando palabras complicadas porque son “absolutamente necesarias”.
Tolerancia |
Y es que ahí está el
problema. Al encerrarnos en nuestros puntos de vista, nos encasillamos a
nosotros mismos. Quien habla sin argumentos y en base a su fanatismo está mal.
Quien construye una idea alrededor de un discurso enrevesado porque está más
interesado en que todos sepan lo inteligente que es está mal. Cuando no somos
capaces de ponernos en los zapatos del otro, empezamos hacer comparaciones sin
realmente hacerlas, de tomar dos cosas completamente diferentes y tratarlas
como si fueran lo mismo.
Es por eso que mi
llamado es a dejar de comparar y apreciar la diferencia. Sé que suena a
respuesta de reina, pero a veces los buenos mensajes salen de lugares inesperados.
Tenemos que entender que el mundo está lleno de personajes totalmente
diferentes y, por lo tanto, de opiniones diferentes. No se trata de no defender
tus ideales, sino de hacerlo con buenos argumentos y sin atacar a los demás.
Un buen debate es aquel
que no requiere de exponer los defectos del contrincante. Tus palabras deben
hablar por si mismas; si realmente tu opinión tiene valor, imponerla a la
fuerza la va a desmeritar por completo.
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